Manejo de suelos salinos y sódicos
Introducción
La Salinización es el proceso de
acumulación de sales en los suelos con predominio del calcio (Ca) y el magnesio
(Mg). En cambio la sodificación o alcalinización se da cuando en el suelo
predomina netamente el sodio (Na). Tanto la salinización como la sodificación
proceden de orígenes muy diferentes. Estos pueden ser de origen natural o
proceder de contaminación antrópica. (Dorronso, C.,n.d.)
La concentración de sales
solubles en el suelo se determina mediante la conductividad eléctrica, cuyas
unidades de medida son el mmhos/cm y el dS=deciSiemens. Por otra parte, la
concentración de sodio en el suelo se mide por la razón de adsorción de sodio
(RAS) y mediante el porcentaje de sodio intercambiable (PSI).
El propósito del manejo de los
suelos salinos y sódicos surge por los efectos negativos que provoca en el
mismo suelo y en las plantas que en él crecen. Los paisajes de los suelos
salinos se caracterizan por desarrollar una vegetación escasa y con frecuentes
claros, debido a que la mayor parte de las plantas cultivadas se consideran no
halófitas, es decir que no poseen mecanismo de resistencia a la salinidad y las
que son halófitas poseen un grado de tolerancia muy variable a las sales. El
exceso de Na por su parte ocasiona consecuencias desfavorables para las
propiedades fisicoquímicas del suelo, debido a la dispersión de la arcilla y la
solubilización de la materia orgánica. ((Dorronso, C.,n.d.)
El manejo de los suelos salinos y
sódicos está estrechamente relacionado al origen y grado de toxicidad de este
tipo de suelos. Por lo tanto, es de vital importancia describir las causas que
originan la formación de los suelos salinos y sódicos para que de esa forma se
logren desarrollar técnicas para su manejo y recuperación. Dichas técnicas son
las que se abordan en el presente trabajo, así como los indicadores de
eficiencia de dichas técnicas.
2. DESARROLLO
El proceso de acumulación de sales en los suelos con predominio del Ca y
el Mg se le
denomina salinización. Cuando es el Na el que predomina netamente el suelo
evoluciona de muy distinta manera, desarrollándose un proceso, con resultados
completamente distintos, que es el llamado alcalinización.
denomina salinización. Cuando es el Na el que predomina netamente el suelo
evoluciona de muy distinta manera, desarrollándose un proceso, con resultados
completamente distintos, que es el llamado alcalinización.
Dos son las condiciones necesarias para que se produzca la acumulación
de sales en
los suelos: aporte de sales y su posible eliminación ha de estar impedida.
los suelos: aporte de sales y su posible eliminación ha de estar impedida.
Las sales, tanto las de Ca, Mg, K como las de Na, proceden de muy
diferentes orígenes. En líneas generales, pueden ser de origen natural o
proceder de contaminaciones antrópicas.
2.1.1.1. Causas naturales
Material original: algunas rocas,
fundamentalmente las sedimentarias, contienen sales como minerales
constituyentes. Por otra parte, en otros casos ocurre que si bien el material
original no contiene estas sales, se pueden producir en el suelo por alteración
de los minerales originales de la roca madre.
Sales disueltas en las aguas de
escorrentía: se acumulan en las depresiones y al evaporarse la solución se
forman acumulaciones salinas. Muchos de los suelos salinos deben su salinidad a
esta causa.
Sales a partir de mantos
freáticos suficientemente superficiales (normalmente a menos de 3 metros): Los
mantos freáticos siempre contienen sales disueltas en mayor o menor proporción
y en las regiones áridas estas sales ascienden a través del suelo por
capilaridad. En general, la existencia de mantos freáticos superficiales ocurre
en las depresiones y tierras bajas, y de aquí la relación entre la salinidad y
la topografía.
El enriquecimiento de sales en un suelo se puede
producir, en las zonas cosR^^por contaminación
directa del mar, a partir del nivel freático salino y por la contribución del
viento.
En algunas ocasiones, la descomposición de los
residuos de las plantas, liberan sales que estaban incluidas en sus tejidos y
contribuyen de esta manera a aumentar la salinidad del suelo; otras veces las
plantas contribuyen a la descomposición de minerales relativamente insolubles y
a partir de ellos se forman sales. De cualquier manera, aunque este efecto ha
sido mostrado por varios autores (examinando la salinidad de suelos sin
vegetación y suelos con un determinado tipo de vegetación) globalmente este
efecto carece de importancia.
La salinidad del suelo también puede producirse como resultado de un
manejo inadecuado por parte del hombre. La agricultura, desde su comienzo, ha
provocado situaciones de salinización, cuando las técnicas aplicadas no han
sido las correctas.
La actividad agraria y especialmente el riego, ha provocado desde
tiempos remotos procesos de salinización de diferente gravedad: cuando se han
empleado aguas conteniendo sales sin el debido control (acumulándose
directamente en los suelos o contaminando los niveles freáticos), o bien cuando
se ha producido un descenso del nivel freático regional y la intrusión de capas
de agua salinas, situadas en zonas más profundas, como consecuencias de la
sobreexplotación.
También se ocasionan problemas graves de salinización en superficies de
cotas bajas, cuando se realizan transformaciones de riego de áreas situadas en
zonas altas y no se ha previsto su influencia en aquellas otras. Directamente
por la acción de las aguas de riego, pero también se puede producir por las
movilizaciones de tierras que pueden provocar la aparición de rocas salinas en
la superficie del terreno que además de contaminar a los suelos in situ
provocaran su acumulación en los suelos de las depresiones cercanas por acción
de las aguas de escorrentía.
El empleo de elevadas cantidades
de fertilizantes, especialmente los más solubles, más allá de las necesidades
de los cultivos, es otra de las causas que provocan situaciones de altas
concentraciones de sales, que contaminan los acuíferos y como consecuencia los
suelos que reciben estas aguas.
Todas estas situaciones son muy
típicas de zonas más o menos áridas sometidas a una actividad agrícola muy
intensa, como sucede, en los países tropicales de centro y Suramérica.
Finalmente la actividad industrial, en ocasiones, puede acarrear
situaciones serias de acumulación de determinadas sales en los suelos situados
bajo su zona de influencia, por medio de la contaminación atmosférica o
mediante las aguas que discurren por su cuenca hidrográfica
Existen distintas técnicas disponibles para recuperar o rehabilitar
suelos salinos y sódicos. Estas técnicas difieren en cuanto a su grado de
efectividad y deben ser puestas a prueba en cada situación. Existen diferentes
técnicas de manejo, que difieren según los objetivos. Los principios básicos
que guían a la mayoría de ellas son:
Para la recuperación de suelos salinos es necesario el lavado de las
sales, mediante el cual, o son transportadas a horizontes más profundos de los
explorados por las raíces de las plantas, o son evacuadas a otras zonas, por
medio de drenes. Las zonas receptoras no deben ser sensibles a la contaminación
originada.
El manejo del suelo, para la eliminación de las sales, se realiza de
distinta manera y con resultados diferentes según que el problema tóxico sean
las sales solubles o el sodio en el complejo de cambio (carbonato y bicarbonato
sódicos).
En el primer caso su planteamiento es muy sencillo y su realización
práctica también es relativamente fácil, en general, pero si el problema de
toxicidad lo representan las sales alcalinas de sodio el problema es más
complejo y los resultados son aún más problemáticos.
Para eliminar las sales solubles, basta con regar abundantemente con lo que
se produce el lavado de las sales que no se habría producido por causa de la
aridez.
El tipo de sales presentes va a condicionar las posibilidades de
recuperación:
Para los cloruros sódicos el lavado es relativamente fácil en suelos con
yeso, en los que el Ca2+ que se libera no permite que el Na+ pase a forma
intercambiable.
La eliminación del cloruro magnésico y del sulfato magnésico del suelo es
difícil, ya que el magnesio, debido a su alta densidad de carga tiende a ocupar
las posiciones de intercambio, desplazando a los iones monovalentes durante el
lavado; por lo que su lavado requeriría enmiendas cálcicas.
Para conseguir el lavado en suelos de secano, se debe
preparar el terreno, para asegurar una infiltración del agua de lluvia lo más
elevada posible. Esto se conseguirá mejorando las propiedades físicas del
suelo, incrementando el tiempo de contacto del agua de lluvia con su
superficie, mediante la construcción de terrazas, y disminuyendo o eliminando
la escorrentía con labores adecuadas y manteniendo una cobertura vegetal.
En diferentes países de Latinoamérica como en argentina, han implementado
técnicas en el manejo de suelos salinos y sódicos tendientes a aflojar el suelo
para revertir la compatación existente, incrementar el ingreso de agua y crear
una discontinuidad capilar entre la napa freática y la superficie, mantener la
cobertura vegetal existente para evitar la salinización en la superficie, crear
microrelieves para evitar el detenimiento y facilitar la entrada de agua al
suelo.
Otra técnica para el manejo de estos suelos es la adaptación de las
maquinarias para la labranza tales como el arado de rejas.
2.2.3.
Seleccionar
variedades de cultivos tolerantes a sales
No todos los cultivos responden
de igual manera a la salinidad, algunos producen rendimientos aceptables a
niveles altos de salinidad y otros son sensibles a niveles relativamente bajos.
Esta diferencia se debe a la mejor capacidad de adaptación osmótica que tienen
algunos cultivos, lo que les permite absorber bajo condiciones de salinidad una
mayor cantidad de agua. Esta capacidad de adaptación es muy útil y permite la
selección de cultivos más tolerantes y capaces de producir rendimientos
económicamente aceptables cuando no se pueden mantener la salinidad del suelo
al nivel de tolerancia de las plantas que se cultivan.
En la preparación del suelo, se debe conseguir que el movimiento del
agua, tanto en profundidad como en superficie, sea lo más uniforme posible,
facilitando el drenaje y el desagüe, con labores que eliminen la suela de arado
y actúen sobre los límites abruptos entre horizontes. Con un riego de
presiembra, capaz de lavar las sales
El riego afecta directamente a las condiciones salinas y no solamente
por la calidad del agua. La técnica de riego empleada influye en la variación
del potencial hídrico del suelo, encontrándose las fluctuaciones más amplias en
los sistemas de gravedad (por inundación) y de aspersión y manteniéndose casi
constante este potencial en los riegos de alta frecuencia (aspersión y goteo).
Igualmente estos sistemas inciden en los contenidos de humedad del suelo y como
consecuencia en la variación de la concentración de sales, de la solución del
mismo. Los riegos de alta frecuencia y localizados, mantendrán esta
concentración casi uniforme dentro de la zona mojada, pero será elevada en los
límites de ésta. La distribución de sales será más uniforme en los de gravedad
y aspersión, pero a medida que los intervalos entre riegos aumentan, las
variaciones en el contenido de humedad lo harán también y como resultado la
concentración de sales, encontrándose las conductividades menores,
inmediatamente después del riego y las mayores al final de cada intervalo. El
lavado de sales será mayor con los riegos de gravedad y aspersión y menor en
los localizados. A medida que la eficacia del riego calculada para compensar
solamente la evapotranspiración, sea más alta, los lavados de sales serán
menores, lo cual, tendrá su incidencia en los rendimientos. Esta consideración
ha de tenerse en cuenta cuando se utilice la técnica de riegos deficitarios.
Las técnicas de cultivo influyen positiva o negativamente sobre las
condiciones salinas. La incorporación de fertilizantes pueden elevar el
contenido de ciertas sales, como sucede con las derivadas del potasio o
nitratos o facilitar el lavado, al favorecer los procesos de intercambio.
La siembra debe de realizarse de tal manera que se consiga una buena
germinación y nascencia. Para ello la semilla debe estar localizada en zonas
donde la concentración de sales sea lo más baja posible y disponga de la
humedad suficiente. Si el riego se hace por surcos, el lugar recomendable de
colocación de la semilla (o plantones) es en la mitad del lomo. La previsible
disminución del porcentaje de germinación que ocasiona la concentración de
sales, se puede paliar aumentando la dosis de siembra.
Los sectores carentes de vegetación son los más críticos en cuanto a
posibilidades de recuperación. En ellos es necesario realizar la cobertura de
la superficie del suelo con rastrojo o paja de cualquier origen, para lograr un
mulch que la proteja. Previamente puede realizarse alguna tarea de remoción que
favorezca la infiltración y el lavado de sales.
Se puede emplear cualquier material sobre el terreno, que tenga un
efecto de &laqno;mulching manteniendo la humedad de los horizontes
superficiales y los niveles de concentración de las sales, dentro de valores
aceptables por las plantas seleccionadas. Tal sucede con los enarenados, que
consiguen bajar los porcentajes
Para
conocer la medida del cambio debe recurrirse a indicadores o verificadores de
éxito que muestren las diferencias con plan/antes plan. Algunos de ellos se
sugieren a continuación:
1.
Profundidad de la napa
2.
Tenores de salinidad y sodicidad
3.
Condición fisicoquímica
4.
Estabilidad estructural
5.
Calidad de la nutrición edáfica
6.
Distribución estacional de la biomasa
7.
Productividad primaria aérea de las especies
forrajeras dominantes
8.
Broza: calidad y espesor
9.
Variables estructurales de las especies
(cobertura y altura)
10. Índices de diversidad, equitatividad y predominio
de especies
11. Modelos de crecimiento de las especies
12. Carga animal
13. Productividad del sistema
4.
CONCLUSIÓN
Para
que se puedan formar los suelos salinos y sódicos se necesitan una serie de
condiciones muy particulares y de ellas las más favorables son:
• Roca madre sedimentaria con alto contenido en sales
solubles.
• Partes bajas del relieve, como los fondos de valle
y las depresiones (manto freático cercano a la superficie, zonas de recepción
de aguas de escorrentía superficial e hipodérmica, suelos de texturas finas con
mal drenaje).
• Zonas próximas al mar o a lagos salados.
• Malas condiciones de drenaje.
• Clima árido (además de escasez de precipitaciones,
la red fluvial esta poco desarrollada, presentándose frecuentes cuencas
endorreicas, en las que se irán acumulando las sales).
• Riegos con sales y fertilizaciones excesivas.
La
productividad de muchas fincas son afectada por la salinidad y alcalinidad de
sus suelos. Los procesos de salinización y sodificación siguen avanzando a
medida que transcurre el tiempo disminuyendo cada vez más los rendimientos de
los cultivos lo que afecta la economía de los agricultores y por ende del país.
Los
problemas de suelos salinos y sódicos se pueden presentar todos los años en
períodos de escasez de lluvia y durante las sequias prolongadas en el que el
problema es más serio causando reducción considerable en la producción
agrícola.
Existen
distintas técnicas disponibles para recuperar o rehabilitar suelos salinos y
sódicos. Estas técnicas difieren en cuanto a su grado de efectividad y deben
ser puestas a prueba en cada situación. Entre las más importantes se destacan
el lavado de sales, el uso de cultivos tolerantes a las sales, cambiar el
método de riego, entre otras.
Los
indicadores de eficiencia de las técnicas de manejo de suelo salino y sódicos
determinan la mejora de los suelos al paso del tiempo, entre ellos figura la
profundidad de la napa, las condición fisicoquímica, la estabilidad
estructural, la productividad del sistema, etc.
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