miércoles, 4 de septiembre de 2013

Contaminacion Ambiental - Contaminacion de suelos



Manejo de suelos salinos y sódicos

Introducción

La Salinización es el proceso de acumulación de sales en los suelos con predominio del calcio (Ca) y el magnesio (Mg). En cambio la sodificación o alcalinización se da cuando en el suelo predomina netamente el sodio (Na). Tanto la salinización como la sodificación proceden de orígenes muy diferentes. Estos pueden ser de origen natural o proceder de contaminación antrópica. (Dorronso, C.,n.d.)
La concentración de sales solubles en el suelo se determina mediante la conductividad eléctrica, cuyas unidades de medida son el mmhos/cm y el dS=deciSiemens. Por otra parte, la concentración de sodio en el suelo se mide por la razón de adsorción de sodio (RAS) y mediante el porcentaje de sodio intercambiable (PSI).
El propósito del manejo de los suelos salinos y sódicos surge por los efectos negativos que provoca en el mismo suelo y en las plantas que en él crecen. Los paisajes de los suelos salinos se caracterizan por desarrollar una vegetación escasa y con frecuentes claros, debido a que la mayor parte de las plantas cultivadas se consideran no halófitas, es decir que no poseen mecanismo de resistencia a la salinidad y las que son halófitas poseen un grado de tolerancia muy variable a las sales. El exceso de Na por su parte ocasiona consecuencias desfavorables para las propiedades fisicoquímicas del suelo, debido a la dispersión de la arcilla y la solubilización de la materia orgánica. ((Dorronso, C.,n.d.)
El manejo de los suelos salinos y sódicos está estrechamente relacionado al origen y grado de toxicidad de este tipo de suelos. Por lo tanto, es de vital importancia describir las causas que originan la formación de los suelos salinos y sódicos para que de esa forma se logren desarrollar técnicas para su manejo y recuperación. Dichas técnicas son las que se abordan en el presente trabajo, así como los indicadores de eficiencia de dichas técnicas.
2.   DESARROLLO
El proceso de acumulación de sales en los suelos con predominio del Ca y el Mg se le
denomina salinización. Cuando es el Na el que predomina netamente el suelo
evoluciona de muy distinta manera, desarrollándose un proceso, con resultados
completamente distintos, que es el llamado alcalinización.
Dos son las condiciones necesarias para que se produzca la acumulación de sales en
los suelos: aporte de sales y su posible eliminación ha de estar impedida.
Las sales, tanto las de Ca, Mg, K como las de Na, proceden de muy diferentes orígenes. En líneas generales, pueden ser de origen natural o proceder de contaminaciones antrópicas.
2.1.1.1.        Causas naturales
Material original: algunas rocas, fundamentalmente las sedimentarias, contienen sales como minerales constituyentes. Por otra parte, en otros casos ocurre que si bien el material original no contiene estas sales, se pueden producir en el suelo por alteración de los minerales originales de la roca madre.
Sales disueltas en las aguas de escorrentía: se acumulan en las depresiones y al evaporarse la solución se forman acumulaciones salinas. Muchos de los suelos salinos deben su salinidad a esta causa.
Sales a partir de mantos freáticos suficientemente superficiales (normalmente a menos de 3 metros): Los mantos freáticos siempre contienen sales disueltas en mayor o menor proporción y en las regiones áridas estas sales ascienden a través del suelo por capilaridad. En general, la existencia de mantos freáticos superficiales ocurre en las depresiones y tierras bajas, y de aquí la relación entre la salinidad y la topografía.
El enriquecimiento de sales en un suelo se puede producir, en las zonas cosR^^por contaminación directa del mar, a partir del nivel freático salino y por la contribución del viento.
En algunas ocasiones, la descomposición de los residuos de las plantas, liberan sales que estaban incluidas en sus tejidos y contribuyen de esta manera a aumentar la salinidad del suelo; otras veces las plantas contribuyen a la descomposición de minerales relativamente insolubles y a partir de ellos se forman sales. De cualquier manera, aunque este efecto ha sido mostrado por varios autores (examinando la salinidad de suelos sin vegetación y suelos con un determinado tipo de vegetación) globalmente este efecto carece de importancia.
La salinidad del suelo también puede producirse como resultado de un manejo inadecuado por parte del hombre. La agricultura, desde su comienzo, ha provocado situaciones de salinización, cuando las técnicas aplicadas no han sido las correctas.
La actividad agraria y especialmente el riego, ha provocado desde tiempos remotos procesos de salinización de diferente gravedad: cuando se han empleado aguas conteniendo sales sin el debido control (acumulándose directamente en los suelos o contaminando los niveles freáticos), o bien cuando se ha producido un descenso del nivel freático regional y la intrusión de capas de agua salinas, situadas en zonas más profundas, como consecuencias de la sobreexplotación.
También se ocasionan problemas graves de salinización en superficies de cotas bajas, cuando se realizan transformaciones de riego de áreas situadas en zonas altas y no se ha previsto su influencia en aquellas otras. Directamente por la acción de las aguas de riego, pero también se puede producir por las movilizaciones de tierras que pueden provocar la aparición de rocas salinas en la superficie del terreno que además de contaminar a los suelos in situ provocaran su acumulación en los suelos de las depresiones cercanas por acción de las aguas de escorrentía.
El empleo de elevadas cantidades de fertilizantes, especialmente los más solubles, más allá de las necesidades de los cultivos, es otra de las causas que provocan situaciones de altas concentraciones de sales, que contaminan los acuíferos y como consecuencia los suelos que reciben estas aguas.
Todas estas situaciones son muy típicas de zonas más o menos áridas sometidas a una actividad agrícola muy intensa, como sucede, en los países tropicales de centro y Suramérica.
Finalmente la actividad industrial, en ocasiones, puede acarrear situaciones serias de acumulación de determinadas sales en los suelos situados bajo su zona de influencia, por medio de la contaminación atmosférica o mediante las aguas que discurren por su cuenca hidrográfica 
Existen distintas técnicas disponibles para recuperar o rehabilitar suelos salinos y sódicos. Estas técnicas difieren en cuanto a su grado de efectividad y deben ser puestas a prueba en cada situación. Existen diferentes técnicas de manejo, que difieren según los objetivos. Los principios básicos que guían a la mayoría de ellas son:
2.2.1.    Lavado de sales del perfil del suelo
Para la recuperación de suelos salinos es necesario el lavado de las sales, mediante el cual, o son transportadas a horizontes más profundos de los explorados por las raíces de las plantas, o son evacuadas a otras zonas, por medio de drenes. Las zonas receptoras no deben ser sensibles a la contaminación originada.
El manejo del suelo, para la eliminación de las sales, se realiza de distinta manera y con resultados diferentes según que el problema tóxico sean las sales solubles o el sodio en el complejo de cambio (carbonato y bicarbonato sódicos).
En el primer caso su planteamiento es muy sencillo y su realización práctica también es relativamente fácil, en general, pero si el problema de toxicidad lo representan las sales alcalinas de sodio el problema es más complejo y los resultados son aún más problemáticos.
Para eliminar las sales solubles, basta con regar abundantemente con lo que se produce el lavado de las sales que no se habría producido por causa de la aridez.
El tipo de sales presentes va a condicionar las posibilidades de recuperación:
Para los cloruros sódicos el lavado es relativamente fácil en suelos con yeso, en los que el Ca2+ que se libera no permite que el Na+ pase a forma intercambiable.
La eliminación del cloruro magnésico y del sulfato magnésico del suelo es difícil, ya que el magnesio, debido a su alta densidad de carga tiende a ocupar las posiciones de intercambio, desplazando a los iones monovalentes durante el lavado; por lo que su lavado requeriría enmiendas cálcicas.
Para conseguir el lavado en suelos de secano, se debe preparar el terreno, para asegurar una infiltración del agua de lluvia lo más elevada posible. Esto se conseguirá mejorando las propiedades físicas del suelo, incrementando el tiempo de contacto del agua de lluvia con su superficie, mediante la construcción de terrazas, y disminuyendo o eliminando la escorrentía con labores adecuadas y manteniendo una cobertura vegetal.
2.2.2 Mantener un alto contenido de agua en la zona radicular
En diferentes países de Latinoamérica como en argentina, han implementado técnicas en el manejo de suelos salinos y sódicos tendientes a aflojar el suelo para revertir la compatación existente, incrementar el ingreso de agua y crear una discontinuidad capilar entre la napa freática y la superficie, mantener la cobertura vegetal existente para evitar la salinización en la superficie, crear microrelieves para evitar el detenimiento y facilitar la entrada de agua al suelo.
Otra técnica para el manejo de estos suelos es la adaptación de las maquinarias para la labranza tales como el arado de rejas.
2.2.3.    Seleccionar variedades de cultivos tolerantes a sales
No todos los cultivos responden de igual manera a la salinidad, algunos producen rendimientos aceptables a niveles altos de salinidad y otros son sensibles a niveles relativamente bajos. Esta diferencia se debe a la mejor capacidad de adaptación osmótica que tienen algunos cultivos, lo que les permite absorber bajo condiciones de salinidad una mayor cantidad de agua. Esta capacidad de adaptación es muy útil y permite la selección de cultivos más tolerantes y capaces de producir rendimientos económicamente aceptables cuando no se pueden mantener la salinidad del suelo al nivel de tolerancia de las plantas que se cultivan.
2.2.4.    Implementación del drenaje superficial o subterráneo
En la preparación del suelo, se debe conseguir que el movimiento del agua, tanto en profundidad como en superficie, sea lo más uniforme posible, facilitando el drenaje y el desagüe, con labores que eliminen la suela de arado y actúen sobre los límites abruptos entre horizontes. Con un riego de presiembra, capaz de lavar las sales
2.2.5.    Cambiar el método de riego
El riego afecta directamente a las condiciones salinas y no solamente por la calidad del agua. La técnica de riego empleada influye en la variación del potencial hídrico del suelo, encontrándose las fluctuaciones más amplias en los sistemas de gravedad (por inundación) y de aspersión y manteniéndose casi constante este potencial en los riegos de alta frecuencia (aspersión y goteo). Igualmente estos sistemas inciden en los contenidos de humedad del suelo y como consecuencia en la variación de la concentración de sales, de la solución del mismo. Los riegos de alta frecuencia y localizados, mantendrán esta concentración casi uniforme dentro de la zona mojada, pero será elevada en los límites de ésta. La distribución de sales será más uniforme en los de gravedad y aspersión, pero a medida que los intervalos entre riegos aumentan, las variaciones en el contenido de humedad lo harán también y como resultado la concentración de sales, encontrándose las conductividades menores, inmediatamente después del riego y las mayores al final de cada intervalo. El lavado de sales será mayor con los riegos de gravedad y aspersión y menor en los localizados. A medida que la eficacia del riego calculada para compensar solamente la evapotranspiración, sea más alta, los lavados de sales serán menores, lo cual, tendrá su incidencia en los rendimientos. Esta consideración ha de tenerse en cuenta cuando se utilice la técnica de riegos deficitarios.
2.3.6.    Ajustar las técnicas de siembra en varios sistemas de cultivo
Las técnicas de cultivo influyen positiva o negativamente sobre las condiciones salinas. La incorporación de fertilizantes pueden elevar el contenido de ciertas sales, como sucede con las derivadas del potasio o nitratos o facilitar el lavado, al favorecer los procesos de intercambio.
La siembra debe de realizarse de tal manera que se consiga una buena germinación y nascencia. Para ello la semilla debe estar localizada en zonas donde la concentración de sales sea lo más baja posible y disponga de la humedad suficiente. Si el riego se hace por surcos, el lugar recomendable de colocación de la semilla (o plantones) es en la mitad del lomo. La previsible disminución del porcentaje de germinación que ocasiona la concentración de sales, se puede paliar aumentando la dosis de siembra.
2.3.7.    Utilización de mulch artificial en peladares, también "cicatrización"
Los sectores carentes de vegetación son los más críticos en cuanto a posibilidades de recuperación. En ellos es necesario realizar la cobertura de la superficie del suelo con rastrojo o paja de cualquier origen, para lograr un mulch que la proteja. Previamente puede realizarse alguna tarea de remoción que favorezca la infiltración y el lavado de sales.
Se puede emplear cualquier material sobre el terreno, que tenga un efecto de &laqno;mulching manteniendo la humedad de los horizontes superficiales y los niveles de concentración de las sales, dentro de valores aceptables por las plantas seleccionadas. Tal sucede con los enarenados, que consiguen bajar los porcentajes
3.  Indicadores de eficiencia de las técnicas de manejo
Para conocer la medida del cambio debe recurrirse a indicadores o verificadores de éxito que muestren las diferencias con plan/antes plan. Algunos de ellos se sugieren a continuación:
1.    Profundidad de la napa
2.    Tenores de salinidad y sodicidad
3.    Condición fisicoquímica
4.     Estabilidad estructural
5.    Calidad de la nutrición edáfica
6.     Distribución estacional de la biomasa
7.    Productividad primaria aérea de las especies forrajeras dominantes
8.    Broza: calidad y espesor
9.    Variables estructurales de las especies (cobertura y altura)
10.  Índices de diversidad, equitatividad y predominio de especies
11.  Modelos de crecimiento de las especies
12.  Carga animal
13.  Productividad del sistema








4.    CONCLUSIÓN
Para que se puedan formar los suelos salinos y sódicos se necesitan una serie de condiciones muy particulares y de ellas las más favorables son:
       Roca madre sedimentaria con alto contenido en sales solubles.
       Partes bajas del relieve, como los fondos de valle y las depresiones (manto freático cercano a la superficie, zonas de recepción de aguas de escorrentía superficial e hipodérmica, suelos de texturas finas con mal drenaje).
      Zonas próximas al mar o a lagos salados.
       Malas condiciones de drenaje.
      Clima árido (además de escasez de precipitaciones, la red fluvial esta poco desarrollada, presentándose frecuentes cuencas endorreicas, en las que se irán acumulando las sales).
       Riegos con sales y fertilizaciones excesivas.
La productividad de muchas fincas son afectada por la salinidad y alcalinidad de sus suelos. Los procesos de salinización y sodificación siguen avanzando a medida que transcurre el tiempo disminuyendo cada vez más los rendimientos de los cultivos lo que afecta la economía de los agricultores y por ende del país.
Los problemas de suelos salinos y sódicos se pueden presentar todos los años en períodos de escasez de lluvia y durante las sequias prolongadas en el que el problema es más serio causando reducción considerable en la producción agrícola.
Existen distintas técnicas disponibles para recuperar o rehabilitar suelos salinos y sódicos. Estas técnicas difieren en cuanto a su grado de efectividad y deben ser puestas a prueba en cada situación. Entre las más importantes se destacan el lavado de sales, el uso de cultivos tolerantes a las sales, cambiar el método de riego, entre otras.
Los indicadores de eficiencia de las técnicas de manejo de suelo salino y sódicos determinan la mejora de los suelos al paso del tiempo, entre ellos figura la profundidad de la napa, las condición fisicoquímica, la estabilidad estructural, la productividad del sistema, etc.

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